martes, 28 de enero de 2014

Descubro ese miedo...

Y descubro el miedo de hablar y perder aquello que quiero. Siento que vivo rodeada de espadas a las que le he sacado brillo y de las que conozco su filo mortal. Me siento en una piscina llena de cazadores donde soy la única presa. Estoy pensando gritos de auxilio mientras en el silencio de mi habitación me recuerdo que callar es la única solución. Solicito ayuda para aceptar algo que yo sé, algo que por muy natural que en el mundo sea, para mi no, no logro captarlo porque atenta directo a un corazón cansado de sufrir que solo busca por fin latir con normalidad. Un corazón al que no le prohíban alocarse con una persona especial, deseando sentir ese algo de adrenalina que llena tu cuerpo y te deja con la sensación de ser invencible e inmortal. Pienso entre estas cuatro paredes que dibujan mis miedos y sigo callando lo que siento, lo que pienso, lo que soy. Solo por ese miedo que me infundieron. Por ese miedo que construí y volví invencible. 

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