viernes, 8 de noviembre de 2013

Invisible..

Estoy allí, sentada en medio de personas que no me miran. Estoy allí escuchando voces vacías. Estoy sintiendo los golpes de las palabras caer sobre mi. Me siento y cierro fuertemente mis labios, conteniendo los gritos de dolor que causan sus frases. Mi ojos pidiendo ayuda, miro alrededor en busca de ella. La habitación esta llena de personas, sus labios se mueven a ritmos rápidos, pero ya no puedo escuchar nada. Ninguna me mira, ninguna nota mi presencia. Mis labios se despegan y las palabras se pierden en el eco de sus voces. Nadie me escucha. Nadie me siente. Y mis oídos vuelven a captar sus palabras. Despectivas. Acusadoras. Ordenadoras. Como jueces juzgando mis acciones. Sin derecho a defensa. Estoy estática. En un sillón de hielo. Y el frío se cuela por mi piel, llegando a mi corazón. 
En la habitación el tiempo corre con normalidad para esos seres extraños que me critican sin piedad, mientras yo sigo allí, detenida entre mis pensamientos y la realidad. Sigo allí luchando con la verdad y las mentiras. La mente se vuelve un campo de batalla y a cada segundo el rojo lo mancha todo. Me hundo en este sillón, y me confundo con su piel. Las voces siguen su curso, y no parecen ser conscientes de las consecuencias. Los rostros de esos seres se vuelven de una forma abstracta mientras mis ojos intentan enfocarse. Me concentro en identificar sus caras, lucho por recordar quienes son. Pero es inútil. Mi corazón se niega a recordar. Aceptar. 
El cansancio comienza apoderarse lentamente de mi mente y cuerpo. Ya no tengo fuerzas para seguir luchando contra los sonidos que llegan a mis oídos. No puedo seguir peleando contra un algo intocable. Pelear contra el aire. Suspiro y se escapa con el mis deseos de seguir adelante. Me rindo ante las escasas posibilidades. Los fracasados intentos. El rojo de mi corazón brilla derramado en el campo. Las voces vacías sigue sin saber de mi, aun cuando estoy allí. Sentada entre ellos. Mirando sus indefinible caras. Dejo caer los hombros en signo de derrota. Y el ritmo de sus labios no varía, me levanto y no lo captan. Me voy y no se dan cuenta. Me sigo golpeando con el muro de la indiferencia. Me sigo golpeando con la realidad. Mis esperanzas muertas duelen hasta desgarrar mi alma. Todo pasa porque no quiero aceptar, mi propia invisibilidad

1 comentario:

  1. Las voces vacías siguen sin saber de mi, aun cuando estoy allí..... Por que nadie me entiende mas que mi silencio y mi soledad.

    ResponderBorrar